domingo, 9 de febrero de 2014

¿Existen los detenidos y prisioneros políticos en Colombia?

Para poder dar respuesta al anterior interrogante, se hace necesario realizar una claridad de términos. No se puede hablar de presos, cuando son judicializados por un delito político. Los presos son personas que se encuentran fuera de la esfera de la buena conducta ante la sociedad, son delincuentes comunes o sociales; que no reconocen el conflicto, aunque son un claro resultado del mismo. Mientras que un detenido y prisionero político es aquella persona que en el marco del conflicto ha sido retenido por sus oficios en la política. La distinción que se realiza entre detenido y prisionero es que el primero se encuentra en proceso de judicialización y el segundo ha sido sentenciado.

Pero, ¿si jurídicamente se deben hacer estas distinciones por qué el Estado no las realiza? Aunque el Estado colombiano ha reconocido la existencia del conflicto armado, este reconocimiento sigue siendo parcial. Admitir que el Estado persigue y judicializa a las personas que se movilizan y protestan es admitir que el conflicto va más allá del ámbito armado, es aceptar que además es social y político. Eso significa que el Estado tendría que reconocer su incapacidad para resolver las necesidades básicas de la población y que es por ello que existe el conflicto armado, político y social.

Pongamos un ejemplo, los estudiantes universitarios. Ellos salieron a protestar, marcharon, gritaron, se unieron y llamaron a la sociedad en su conjunto a acompañarlos. ¿Qué hizo el Estado? Tildarlos de delincuentes, vándalos, criminales y desadaptados sociales. ¿Qué se buscaba con esto? Deslegitimar sus exigencias y desconocerlos como actores políticos que protestan en contra de un Estado ineficiente.

La mayoría de prisioneros políticos, son prisioneros de guerra, pero hay muchos que se enmarcan en prisioneros políticos de conciencia; ¿qué quiere decir esto? Que son perseguidos por sus ideas ideas, y no por acciones bélicas contundentes. Ellos no han tenido nunca un arma en la mano, entonces, vienen los montajes judiciales, para retenerlos como actores del conflicto armado y darles el rol de prisionero político de guerra.

Aunque el Estado colombiano, no conforme con perseguir, señalar, excluir y coartar el accionar político de muchos, también miente y lanza juicios devastadores contra campesinos, líderes y el pueblo en general. Es así como, en los procesos judiciales, aparecen delitos políticos y un plus, el delito de terrorismo. El terrorista genera terror y su accionar no lo guía un plan político, sino que lo hace por fanatismo o placer.

¿Con qué fin se realiza esta unión de delitos? Acusar a un detenido político de terrorismo, tiene implicaciones en el ámbito jurídico y penal, ya que con esto se le quita la trascendencia al delito político y se le elimina el estatus político a su accionar. Entonces, se le juzga y señala como criminal, como si fuera un preso común.

Es así que el Estado colombiano no reconoce a los prisioneros políticos y hace todas las acusaciones necesarias para catalogarlos como presos, terroristas y delincuentes. 



Nota: La coalición «Larga vida a las mariposas» - Tolima, con el apoyo de la Agencia Estudiantil de Prensa (AEP), hemos unido esfuerzos para construir este documento sobre detenidos y prisioneros políticos. 

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